Alguien que me lea sabrá de lo que le hablo, no bailan ni hacen justicia ante los brotes de un canto y sus volantes.
Todos festejan el costado partido, las camisas rajadas... resulta ancestral la alabanza por aquello que se cree lícito.
Tanta es la costumbre que a todo se dispara, eran enfermos entre subsuelos de riquezas escondidas... tan ilegal la ligereza de su raza, cuando las cadenas azotan cualquier mejilla contraria.
Así pasó el escarnio, entre alborotos, norias y sabandijas...
Su cabello negro lo amaba pero la blancura de senos opuestos le estremecía.
Haremos uso de la libertad en cualquier cabecero roto, donde la penetración es eucaristía.
Quiso recompensas.
¿Qué le queda al ladrón después de desvalijar orificios? Si es amor, plantará rosas en la entrada del cielo y sostendrá los tallos con su lengua...
ResponderEliminarY si para el mangante, ratero aventurarse ante las puertas celestiales de San Pedro sea demasiado delito? A veces hasta el prófugo carece de valentía.
ResponderEliminarEntonces, la misma iglesia tiene que tentarse y pretender la usurpación, para soñar con un infierno en el que los demonios se atrevan a pecar.
EliminarSortilegios y sacrificios mundanos: me fascina esa temática :)
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