Una retina afilada por campos de seres trigueños
Trigales inmersos en la mar de un latido que lo cultiva
La herida que no fracasa
El poder de hervir la antorcha y bautizarnos.
Ante la construcción de granito tu nombre y el derrumbe
Ese que con tanto peso no quiso permanecer más en mí.
Pertenezco a la sociedad no tan secreta de las miradas que enamoran como el domador no doma porque no existe presa sino una partida de ajedrez apabullante y con jaque a la falsa reina.
No me restrieguen los zafiros de aquella tiara majestuosa
Soy nómada y no recolecto falsas piedras preciosas.
Saca tu lengua, hoy serás éxtasis,
Hoy pondré una palabra en ella y comulgarás en ti.
La vida arde también en lo que no es corazón.