Siguen siendo mis ojos ciegos en la tempestad de una lengua entre tinieblas boca a boca,mordidos.
Auxilio es desaprender el nombre.
Y para nadie las rosas
Con nadie los amaneceres.
Simplemente un resultado que no resulta.
Tremendamente desigual.
Mi carne,
algo tierna...
sacrílega.
No soy nada católico y menos icónico. Hay tantos huevos en la vida que no reparamos que todo es gallina o caldo de avestruz con su magnífica pitanza.
ResponderEliminarLa carne no se puede leer sólo de una forma sacrílega, debemos detenernos también en los sacramentos.