Abrí los ojos ante el naufragio y anidé
en un pecho carmesí hallaron mis restos
y unos senos revoltosos volaban
ante la ausencia de un extraño invierno.
Volqué el agua de la matriz en el sollozo
y en tierra difuminé la celosía.
Firme la firma del cuervo
ese plumaje que anochece y nos arropa
testigo del amor por el hundimiento
de una clave que solloza más no respira
premiarte sin sonrisas,
sin tu aliento.
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