El amor tan inconsciente,
como la droga dependiente...
eras de mirada reluciente
-¡mírame!-
jugamos malamente.
Intento dormir 24 h seguidas,
has vuelto con ella, lo tengo seguro...
y me juraste buena vida...
me apaleo ante el suicidio,
quizás gloriosa salida.
Y ahora dónde estará mi hombre,
que mi mente su nombre no esconde...
mil jardines floridos... y yo marchitándome en tu fulgor de luz y fuego.
Quise acunarte en mi pecho y dudaste de mi madurez:
a mis 29 y con ausencias desde la infancia eso no era cuestionable.
El hombro que suda las penas de otro y las mías no recoge,
Que alguien le busque y le deje claro... que le sigo queriendo
aunque deseo que sepa que aquí nadie brilla como diamantes.
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