Es escaso el esputo que prospera al pronunciar tu nombre,
nunca odia ni a su peor enemigo.
Vacilante y entre cuerdas una esfera está,
síntoma de la panacea del abandono.
Me hallo alborotada diseñando la tumba donde hacernos mejor el amor...
aunque sé que no vendrás ni tan siquiera carnal en nombre de tu muerte,
a sabiendas de que yo pueda remar gusanos contigo.
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